Tengo el defecto de echarte de menos y de pensarte seis horas diarias. Tengo el defecto de sentirme atada a ti, y dependiente, también. Mentiría si dijera que no siento ansias por verte cada mañana, y despertarme sabiendo que no queda nada para verte, y desayunar con tus besos. Tengo el defecto de querer estar contigo hasta cansarme y de querer que me quieras más que yo. Tengo el defecto de necesitarte demasiado, y soñarte demasiado, también. Tengo el defecto de pasarme horas pensando qué podría hacer por ti, para que no tuvieras nunca ninguna razón para dejar de sonreir, y no llorar, y verte feliz y radiante cada día. Todos los días. Todos los días de tu vida. Y sentirme feliz al verte, y saber que siempre vas a estar ahí, pendiente de mí. Tengo el defecto de que me he acostumbrado a que sean tus frágiles dedos los que sequen mis lágrimas, y tus brazos infinitos los que me arropen cuando tengo frío o me quedo dormida o es invierno y estoy enferma. Tengo el defecto de necesitarte a ti, no a alguien como tú. Los demás son distintos, y ni siquiera puedo compararlos contigo. Tengo el defecto de escribirte en cualquier lugar y en cualquier momento.Tengo el defecto de quererte hasta enloquecer, y el defecto de saber que no voy a dejar de hacerlo.
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